domingo, 25 de marzo de 2007

Me dijo...

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que cuando ella deposita en él la atención o le habla, le parece que el mundo es sólo agua de rosas y, como él se sumerge de pleno en ella, atraídos por el tono de su voz, sus palabras y gesto de generosidad, los ríos, los mares, la lluvia y, hasta los grifos, de rosas inundan las montañas.
Y todo le importa y concierne en colores.
Que cuando ella duerme, le ignora o resuelve enmudecer... cuando no está... le parece que llega el aire secando la vida y, como él, encallando, en el fondo de los océanos los peces se detienen y desploman por la ausencia y el silencio de su boca cerrada.
Los perros ladran, la gente mata, el universo presume de su infinitud, poder y complejidad, haciéndose valer en secano devastador silencio baldío, y él, dijo, perdida la mirada en la lejanía, se ahoga en un vaso de plástico vacío.
Y todo, velado en negro, le importa nada.
Cada mañana caminan juntos largo rato. Hoy, como cada día, iniciando el paseo, para constatar su ausencia o permanencia la habló, pero no contestó.
Y calló él continuando a su lado, mutilado, incapaz, preso, seco, fuera del mundo, perdido...
me dijo.
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domingo, 4 de marzo de 2007

Nunca se sabe...

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..Y TODO FUE EMPEZAR...
pues las llamadas equivocadas, recurrentes, puntuales, lo eran un par de veces por semana al menos y como el abonado molestado a la compañía telefónica denunció exigiendo al caso solución y, al tal pertinaz Felipe, durante meses, mandó al carajo sin contemplaciones ni resultado satisfactorio alguno, no quedándole otra, se fue poco a poco, como pudo, amoldando a tal perturbadora situación, por agotamiento y pura desesperación, esperando se desfaciera por sí mismo el entuerto.
Y como no pudo de ninguna manera ser, en el laberinto del endiablado embrollo, llegó a cimentar con el otro cierta inusitada cotidiana relación de confiado familiar respeto y consideración, uniéndole a él, día a día, sin propiciarlo ni intención alguna en ello poner, un invisible vínculo de complicidad fraternal en anónimo desahogo que en largas conversaciones le entregaba como si de un confesor sin rostro se tratara... sin jamás, cautamente, a tal trato de intimidad el menor dato personal aportar.
Pero, como nunca se sabe...
sucedió que, en una semana, por primera vez, las equivocadas llamadas no se dieron y pensar que el técnico error se hubiera solventado o Felipe, voluntariamente, le hubiera abandonado, ni se le ocurrió, pesándole grandemente su cautela de personal identificación... esperó y esperó. Pero no.
Tanto le repercutió la cosa que, al acabar su trabajo, por las tardes no salía ni con ninguna otra llamada se entretenía, hasta que, por imperativos profesionales hubo de cambiar de país de residencia él varios meses después, no pudiendo poner a Felipe al tanto, que es lo que de la mudanza más sentía, esperando, hasta el último minuto, que la telefónica equivocación o avería, aunque solo por una vez más se repitiera antes de su partida. Pero no se repitió. No.
Aunque..., como nunca se sabe...
algunos años después, una madrugada como otra cualquiera en el olvido del tiempo, del espacio y de sí mismo, en su lejana desconocida geográfica ubicación, el teléfono de su mesilla de noche, a deshoras, le despertó.
- Diga???
- Holaaa, soy Felipe....
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