viernes, 21 de julio de 2006

Como pétalos.

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Quien más, quien menos y aunque parezca que no,
celosamente guardamos recuerdos en latitas, lágrimas en frasquitos, goces en papel plateado y, lo más amado, entre papel dorado.
En mayor o menor medida, intensidad y cantidad, palabras que han hecho blanco en nuestro espíritu, miradas grabadas como aquellas que, en la nuestra, para siempre dejaron su expresión.
Encuentros, despedidas, sedimentos, olores, pisadas, músicas, besos, excesos.
Como un cofre disimulado entre las entrañas, como flores frescas en un jarrón...

aunque parezca que no.

Confesarse, franquearse, alivia en cierta medida, desojándose.

Sería hermoso estar, a veces, tranquilamente, en ciertos lugares de antes, con personas de antes,
sería hermoso ser, quizás, por momentos, como antes fuimos y estar con quien entonces estuvimos.
Sería un regalo maravilloso poder decir lo que en algún momento omitimos, omitir lo que dijimos, subsanar, curar, subrayar.
Conjugar cuanto somos y tenemos con lo que fuimos y tuvimos, en el ser y en el estar. Repetir, mezclar, modificar, batir, compartir lo perdido con lo tenido y lo por venir.
Asegurarse de los dolores causados el perdón del corazón y, sin recordar, perdonar.
Derrocharnos sin medida, reproches ni rencor.
Abriéndonos, cerrándonos, fusionándonos con el todo, como una flor esparciendo a lo largo de la vida sus pétalos...

aunque parezca que no.