Vacío de tres metros por tratarse de un bajo.
Cuando de inmediato volvió, dando la vuelta desde el suelo en el que cayó cuan atleta olímpico, de pié, al portal a escasos pasos, tocó el timbre y, como si tal cosa, su mujer le abrió,
- ¿Qué tal el curro hoy?.
- Bien, me han vuelto a felicitar... como es normal.
- Claro, es que la cosa es así, todos te conocen, respetan, admiran y envidian.
- Pues sí, aunque me esté mal decirlo.
Pasa, pasa y siéntate en tu sillón, que el partido está por el descanso, nuestro equipo va ganando y la cervecita con aceitunas marchando!!!.
Está para llover, añadió de camino a la cocina, mañana te llevas el paragüas y la gabardina.