lunes, 31 de julio de 2006

Como yo.

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Cualquier persona nacida,
que durante meses en las cálidas entrañas de su madre su existencia fraguó,
feliz de haber gozado, triste por haber sufrido, hecha de sangre, esperanzas, sueños, flujos, juegos y dolor,
trabajando su futuro, anhelando ser cada día más persona con el ansia de encontrar, más completa, una verdad. Con miedos, rencores, secretos, trampeos, deseos y amores.
Como yo.

Cualquiera que, como cualquier persona, varias veces fue salvada y otras tantas por otros condenada, que se arrepintió y pidió perdón decidiendo restarle a todo importancia para dejar hueco a la redención,
amamantada, forjada con pasión, dotada de adornos y altos valores por los que aman, al margen de cualquier humillación,
que buscándose en ojos y brazos de otros ante el destino se enlazan envalentonándose, galleándose dentro del vital baile luciendo apostura, aparentando entereza, volviendo luego a su ser para seguir siendo lo que verdaderamente son, entretejiendo su personal ética y particular estética, a su caer y entender, con supremo instinto de conservación.
Como yo.

Personas cargadas de eternos, comunes universales atributos humanos, que
mueren a diario por intereses de otros, violenta o lentamente, desarmadas, vulnerables, ajenas, sin poder defender, a los de puertas adentro, suyos, su casa, su pan, su diaria de la existencia reinvención, sin honor.
Por expresas directas órdenes, por cómplices indiferencias a sus expensas,
de personas nacidas,
como yo.
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viernes, 21 de julio de 2006

Como pétalos.

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Quien más, quien menos y aunque parezca que no,
celosamente guardamos recuerdos en latitas, lágrimas en frasquitos, goces en papel plateado y, lo más amado, entre papel dorado.
En mayor o menor medida, intensidad y cantidad, palabras que han hecho blanco en nuestro espíritu, miradas grabadas como aquellas que, en la nuestra, para siempre dejaron su expresión.
Encuentros, despedidas, sedimentos, olores, pisadas, músicas, besos, excesos.
Como un cofre disimulado entre las entrañas, como flores frescas en un jarrón...

aunque parezca que no.

Confesarse, franquearse, alivia en cierta medida, desojándose.

Sería hermoso estar, a veces, tranquilamente, en ciertos lugares de antes, con personas de antes,
sería hermoso ser, quizás, por momentos, como antes fuimos y estar con quien entonces estuvimos.
Sería un regalo maravilloso poder decir lo que en algún momento omitimos, omitir lo que dijimos, subsanar, curar, subrayar.
Conjugar cuanto somos y tenemos con lo que fuimos y tuvimos, en el ser y en el estar. Repetir, mezclar, modificar, batir, compartir lo perdido con lo tenido y lo por venir.
Asegurarse de los dolores causados el perdón del corazón y, sin recordar, perdonar.
Derrocharnos sin medida, reproches ni rencor.
Abriéndonos, cerrándonos, fusionándonos con el todo, como una flor esparciendo a lo largo de la vida sus pétalos...

aunque parezca que no.

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viernes, 14 de julio de 2006

Consigomism@.

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Desde que perdió las gafas, la vida fue, impresionista, en degradée.
Sus ideas tenían fuerza pero les faltaba definición.
Todo fueron sensaciones y sospechas.
De algún modo, pensamientos hipermétropes, ideas sin contornos, manchas ideográficas a las que, negándoles cancha, ya perdidas las batallas, se rindió.

Pero, al fin, vivía en una casa como otra cualquiera y eso, sin caer en ello, le causaba constante, para autovalimiento, tensión.

Tenía tres sillas diferentes que cambiaba a cada rato para evitar malas posturas, cuatro mandos a distancia, un exprimidor que daba vueltas para evitarle la molestia y aparatos de radio, siempre abiertas,como ventanas al exterior, en estratégicas esparcidas por la casa mesillas.
Así podía saber, sabía, cuando no terminaba de amanecer, atardecía o era de día, si era martes o domingo y como la vida, a su margen, acontecía.

Ensimismad@, sin medios para hacer, al menos, de su casa un espacio nítido, sin capacidad de, en molestias ajenas, contestación, solo la densidad de los sueños le mantuvo en vilo, o en vela. No distinguió.

Como tantas otras veces, a tientas, en cierta ocasión,
se le perdió el alma en una taza de café, lo movió con la cucharilla y desapareció en el torbellino de la agitación,
sin que nadie después lograra, al caso,
encontrarle lógica explicación.
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domingo, 9 de julio de 2006

A lo tonto y a lo bobo.

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Una vida es una vida. Es decir, un todo.
Una vida otorgada por voluntad, un sobretodo, bueno.

Los sabios clásicos humanistas definieron como “bueno” aquello que, indefectiblemente, en sí mismo, contiene tres fijas, inseparables y vinculantes cualidades: La bondad, la verdad y la belleza.

Hoy, a lo tonto y a lo bobo, me ha venido la cosa a la mente al leer la noticia.
Una mujer de 62 años, ha dado a luz un niño. Su esposo, de igual o superior edad, ha puesto su parte en el empeño.
Cuando alcance el nacido los ocho años, su paridora tendrá 70 siendo, lógica, altamente probable que de sus, en parte, progenitores, apenas alcance recordar, con el tiempo, su fallecimiento.
Optimistamente, resultando longevos, recordará de ellos, el niño, abuelos.

No se trata del azar, la naturaleza o el deseo de compartir y ofrecer un futuro. Parece tratarse de una manera, como otra cualquiera, de arreglar diferencias entre la aburrida pareja, de comprar aliciente, entretenimiento y atención, en la jubilación. Una forma más, a modo de parche, de apostar en la recta final, jugando, como el que se mide con la PlayStation, de antemano ganando.
No soy quién, pero me quedo pensando y al respecto, más o menos, calculando, el grado de bondad, verdad y belleza que habrá hecho posible la excelsa decisión de dar vida, en orfandad, estimándolo bondad.

Sin prejuicios, a lo tonto y a lo bobo, me ha venido la cosa a la mente,
sin paralelos juicios.
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lunes, 3 de julio de 2006

Diez líneas.

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Escribir. ¿Qué? Cualquier cosa. ¿Respecto a? Todo. Una sola restricción: Diez líneas.
¿Que por qué DIEZ y no seis, ocho o doce? Porque lo digo yo, que soy tu padre,
le ordenó.

1.- 1917
2.- Septiembre
3.- 22
4.- Kafka
5.- Abre
6.- Su
7.- Diario
8.- Y
9.- escribe:

10.--------“Nada”.

Años después le dedicaría un amoroso y sobrecogedor libro, a su antojo en número de letras y páginas. Amargo ajuste de cuentas y justificaciones, que cualquiera debiera leer antes, mientras o después de ser padres.
Que cualquiera debería leer, antes, durante o después, pues todos hijos somos.
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