domingo, 9 de julio de 2006

A lo tonto y a lo bobo.

| |
Una vida es una vida. Es decir, un todo.
Una vida otorgada por voluntad, un sobretodo, bueno.

Los sabios clásicos humanistas definieron como “bueno” aquello que, indefectiblemente, en sí mismo, contiene tres fijas, inseparables y vinculantes cualidades: La bondad, la verdad y la belleza.

Hoy, a lo tonto y a lo bobo, me ha venido la cosa a la mente al leer la noticia.
Una mujer de 62 años, ha dado a luz un niño. Su esposo, de igual o superior edad, ha puesto su parte en el empeño.
Cuando alcance el nacido los ocho años, su paridora tendrá 70 siendo, lógica, altamente probable que de sus, en parte, progenitores, apenas alcance recordar, con el tiempo, su fallecimiento.
Optimistamente, resultando longevos, recordará de ellos, el niño, abuelos.

No se trata del azar, la naturaleza o el deseo de compartir y ofrecer un futuro. Parece tratarse de una manera, como otra cualquiera, de arreglar diferencias entre la aburrida pareja, de comprar aliciente, entretenimiento y atención, en la jubilación. Una forma más, a modo de parche, de apostar en la recta final, jugando, como el que se mide con la PlayStation, de antemano ganando.
No soy quién, pero me quedo pensando y al respecto, más o menos, calculando, el grado de bondad, verdad y belleza que habrá hecho posible la excelsa decisión de dar vida, en orfandad, estimándolo bondad.

Sin prejuicios, a lo tonto y a lo bobo, me ha venido la cosa a la mente,
sin paralelos juicios.