sábado, 17 de mayo de 2008

Razón.

| |
Sentía que tenía cierta razón pero la razón no la acompañaba y deseó rendirle un homenaje.

Desde que se fueron y los dos quedaron de nuevo solos, seguía comprando para seis, cambiando cada semana sábanas sin usar y ordenando armarios sin desordenar.
A la mesa, cada mediodía y cada noche, disponía seis cubiertos completos levantándose a preparar, a los que ya no estaban, desayunos cada madrugada.

Y como en tal asunción comprendió no le acompañaba la razón, ilusionada, ese día se levantó tarde, preparó comida para dos y, como de recién casada, para recibirle, se puso su mejor traje y, por la noche,
su más insinuante camisón.