domingo, 11 de mayo de 2008

Realismo.

| |
No sin esfuerzo, para sobreponerse, hizo una vez más un ejercicio interior para poder situarse por encima de las circunstancias.
Como en otras ocasiones, aparentó no darse cuenta de lo que acontecía y se encargó de parecer por completo ajeno.
En un principio, ese tipo de ejercicios, o similares, le parecían propios de un hombre hipócrita, sin dignidad, cobarde. Después, en el conocimiento de sus propias limitaciones, se fue convirtiendo diestro en ellos al comprender que, de darse por enterado, tendría que pasar a la acción en consecuencia,
y no podía, la amaba demasiado.