domingo, 25 de marzo de 2007

Me dijo...

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que cuando ella deposita en él la atención o le habla, le parece que el mundo es sólo agua de rosas y, como él se sumerge de pleno en ella, atraídos por el tono de su voz, sus palabras y gesto de generosidad, los ríos, los mares, la lluvia y, hasta los grifos, de rosas inundan las montañas.
Y todo le importa y concierne en colores.
Que cuando ella duerme, le ignora o resuelve enmudecer... cuando no está... le parece que llega el aire secando la vida y, como él, encallando, en el fondo de los océanos los peces se detienen y desploman por la ausencia y el silencio de su boca cerrada.
Los perros ladran, la gente mata, el universo presume de su infinitud, poder y complejidad, haciéndose valer en secano devastador silencio baldío, y él, dijo, perdida la mirada en la lejanía, se ahoga en un vaso de plástico vacío.
Y todo, velado en negro, le importa nada.
Cada mañana caminan juntos largo rato. Hoy, como cada día, iniciando el paseo, para constatar su ausencia o permanencia la habló, pero no contestó.
Y calló él continuando a su lado, mutilado, incapaz, preso, seco, fuera del mundo, perdido...
me dijo.