sábado, 17 de junio de 2006

La trastienda sexual de Simenon.

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Georges Simenon poseía una extrema compulsión sexual e, igualmente, extrema pericia en ocultar sus, de cualquier tipo, trastiendas.
En lo sexual al respecto, natural, cotidiana, diariamente, compatibilizó siempre, hasta la gran caída, sus legítimas esposas con sucesivas secretarias, rotando con fortuitas "amigas" encuentros, sin por ello dejar de acudir al prostíbulo un par de veces por semana al menos.
Tras el golpe fatal y en su consecuencia, escribió, con impúdica conciencia, sus impresionantes “Memorias íntimas” dedicadas a Mary Jo, la hija suicida de apenas 25 años, de la que abusó sexualmente desde edad temprana.
Anciano, poco antes de su muerte, poco después del mortal derrape, es entrevistado larga, íntima, escrupulosa, monográficamente, en íntima soledad por la TV francesa.
De su promíscua sexualidad (declara en sus memorias varios miles de mujeres diferentes), responde de manera sorprendente aunque, a mi entender, no descabellada.

Dijo nunca acudir a ellas por simple placer, necesidad física a secas o pulsión sexual irrefrenable, que siempre lo hizo en busca del hombre, temiendo constantemente perderse a sí mismo de vista pues, para él, ellas, eran paridoras transparentes y él opacidad obsesiva en búsqueda constante de sí mismo, en ellas.

Llegado el más temido episodio, al respecto de Mary Jo, antes de tomar la palabra, taciturno, baja la mano y pone en marcha una grabación, bajando la cabeza. Y la infantil voz, dirigiéndose al padre, toma el pulso y las riendas:
"Angustia, música a ras de tierra, mi cuaderno en el suelo, justo debajo. Y encima, mi cuerpo boca abajo. ¿Es mi cuerpo?. Espera, lo voy a palpar. Sí, creo que sí. Al menos se le parece”.
Dice él que el suicidio de ella es lo más espantosamente vivido. Su fatal y definitivo golpe.

Quizás por no poder seguir hurgando en ella el opaco hombre.
Quizás por haber sido siempre, para ella, él, transparencia.
Quizás, por ser parida y no paridora de ese, su padre, en trastiendas.