martes, 26 de septiembre de 2006

Salvo excepción,

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como siempre, ni una llamada, ni un mensaje de voz en el contestador. Ni unas letras en el móvil nadie le puso por mas que, desesperadamente, esperó.
Familiarmente sintiendo que el silencio se expandía, como un gas, por toda la casa, solo escuchando de sí mismo la respiración, como siempre, enchufó música que, a medias, del sonido de sus propias pisadas y movimientos, le salvó.

Y mientras malamente de sí mismo se iba librando, en cómo vivirían los que en él no pensaban ni con él contaban, viviendo solos o acompañados fué imaginando.
En cómo sería su misma casa habitada por dos, tan pequeña y a su gusto llena, y sin embargo tan vacía en huecos a su lado sin ocupar. En la mesa, enfrente, a la hora de comer, en el lado izquierdo de la cama, en el derecho del sofá... tener que dejarle, incluso, conducir su propio coche... mezclarse, intercambiarse, tener, quizás, otros puntos de vista opuestos a los suyos del exterior... distintos al de las noticias de la mañana, del mediodía, de la noche...
Por inercia, encendió el televisor. "Noticias otra vez", murmura. Cambia de canales cien veces pareciéndole todo basura. Y, como siempre,
con la música y el televisor del silencio rescatándole, pues de todo lo que pasaba en el mundo sabía pero nada de nadie y de poco, en realidad, conocía y entendía, ante el PC se apoltronó para por fin ser otro, de sí mismo por completo librado sin ser molestado, invadido, modificado y descubierto,
salvo excepción,
en chats, foros y blogs.